lunes, 7 de noviembre de 2016



Desesperando

En la madrugada, grité con todas mis fuerzas:
- ¡Socorro, socorro, ayuda… ayuda!
Después de un rato un hombre y una mujer llegaron a casa y me vieron arrodillada en el suelo, despeinada, desmadejada, rota…
  • ¿Qué ocurre, qué pasa?
  • - ¡Han entrado tres encapuchados y… Dios mío, querían dinero y mis hijos, mis niños - grité llorando medio ronca -.
  • Ya viene la policía - dijo el hombre, he llamado antes de venir por lo que pudiera pasar… ¿y los niños?
  • Durmiendo, estaban… durmiendo, arriba… ¡qué desgracia, Dios mío…!
La mujer me animó a levantarme del suelo y a sentarme en un sillón.
  • Vamos mujer, cálmese, tranquila - pasó su mano por mi pelo, mientras con la otra me tocaba el hombro-.
  • ¡Se está desmayando…!
Pasaron los días. Era una sonámbula. Me llevaban al entierro de mis dos niños. Tomaba calmantes. Los rostros alrededor no los veía. Alberto, mi marido, estaba desencajado, me abrazaba y susurraba:
  • ¡Hemos perdido a nuestros hijos, cómo vamos a seguir para adelante, es terrible, no sé cómo podremos soportar este dolor tan grande… - lloraba y maldecía - ¡malditos canallas, nos han matado a nosotros también… que inhumanos, qué crueles…!
Fueron días en los que permanecí como en una nube.
Llegaron los policías. Ya me habían interrogado con anterioridad. Querían hablar con nosotros.
  • ¿Los han encontrado? - preguntó Alberto.
Los dos policías intercambiaron las miradas y, finalmente, uno de ellos tomó la palabra:
  • No, Alberto, no los hemos encontrado, no tenemos pista sobre ellos.
  • Pero, ¿cómo puede ser?
  • Ana, ¡queda usted detenida por la muerte de sus hijos!
Alberto me miró como si me viera por primera vez, con los ojos desorbitados. Uno de los policías se puso a su lado.
  • Pero, pero... ¿qué dice usted? ¿está loco? - Alberto tenía los puños cerrados y su dolor se convirtió en rabia. El policía le agarró temiendo que me atacara.
  • ¡Ana, di que no es cierto... Ana, dilo… se han equivocado... no puede ser... no puede ser! - Alberto lloraba. Se sentó derrumbado y metió la cara entre sus manos, sin parar de llorar…
  • Tenemos pruebas suficientes, fue ella. No quería separarse de usted, Alberto.
  • Sí, los maté - dije tranquila - ahora pagaré mi pena, no quería perderte, y tú estabas decidido. -Tragué saliva -.  Quise causarte el peor de los sufrimientos, el peor dolor. ¡Tú tienes la culpa, tú eres el culpable!

MarinaDuende
31 - 10 -2016


El desván de las letras

  • ¿Que puedes encontrar allí por esas escaleras, abuela?
    - ¡Ah, hijo eso es una sorpresa siempre!
    - Mi padre dice que cosas antiguas
    - Si cariño, lo que desechamos o sustituimos por objetos nuevos.
    - Y, ¿si no sirven, porque guardarlos?
    - Hija, a veces sube una persona y ve en algún objeto algo mágico que otro no ve.
    - ¡Ah, ¿sí?
    - Mañana subimos al desván, si tú quieres.
    - ¿Mañana? ¡Hoy mismo, esta tarde abuela!
    - Bien, subiremos la merienda y verás cuantas cosas interesantes en el desván de las letras.
    - ¡Ah! Pero... tiene nombre, no lo sabía.
    -Si, de principio fue un lugar acogedor de reunión clandestina, de amigos que escribían y leían.
    -¡Que interesante! ¿hay libros?
    La abuela revolvió el pelo de su nieto, y le encantó la expresión de sus ojos.
    - Si claro, hay escritos de todos ellos, que son estupendos, los encuaderné para que no se traspapelaran.
    - ¡Bien, lo leeremos!
18 de Julio 2016


Recuerdos del desván

Aquel día mamá estaba ordenando la casa y me dijo que subiera algunas cosas al desván, le pedí la llave, y me dijo que estaba abierto, puesto que ella había ido anteriormente.

En las escaleras vi cómo la luz salía por la puerta iluminando mi paso.
Aquello había quedado muy acogedor, invitaba a sentarse cómodamente y leer o hacer cualquier labor.

Percibí olor a tabaco, pensé (no puede ser), junto a la mesa, en el sillón, un hombre  fumaba en pipa. Me asusté. Su rostro afable, pelo canoso, cejas claras y los ojos azules (me recordaron los de mi madre).

  • ¿Quién es usted? - le dije – mamá no permite que se fume aquí, hay muchos trastos...
Él sonrió y sacando la pipa de la boca, me dijo:

  • ¿Se lo vas a decir tú? Y a continuación me guiñó un ojo. Titubeé por un momento y murmuré – bueno, tal vez ella note el olor. Bajaré a por más cosas que he dejado.
Él me miró y dijo:

  • Te esperaré; no tengo prisa.

Bajé las escaleras un poco aturdida pensando ¿de qué me sonaba esa cara? al pasar por la entrada me fijé en la foto que había sobre la consola, cogí el portarretratos de bronce. Mi madre muy joven junto a su padre, mi abuelo, y la pipa que pendía de su boca.

Oí la voz de mi madre llamándome:
-¡Elena! ¿Ya has bajado, tan pronto?

MarinaDuende

27 – Septiembre – 2016
Reunión de amigos

Mi novia dice que alguien de E.E.U.U. Ha inventado una pastilla que hace que no te sientas solo – eso dijo de carrerilla Jorge ante todo el grupo y nos quedamos un poco sorprendidos mirándole.
Oscar soltó una risotada y le dijo: - ¡Vamos hombre, qué tontería! ¿Te crees esa patraña?
Jorge era tímido y además, razonable en cuanto decía, yo pensé que tal vez estaba achispado por la bebida, pero recordé que él no bebía alcohol...
Sara dijo: - Oscar ¿bailamos es nuestra canción?

  • Si, vamos a bailar que no quiero oír tonterías...
  • Jorge, musitó – es verdad. Entonces tal vez ella me deje, si se siente feliz sola...
  • ¡Vamos Jorge no pienses ahora en eso, vamos a divertirnos! - le dije...
A la mañana siguiente fui a tomar un café y cogí el periódico, la portada me dejó atónito.

¡Pronto a la venta una medicación novedosa, pastilla con la cual nadie se sentirá solo!
Unos laboratorios americanos llevan tiempo trabajando en este medicamento, y es algo innovador y que quitará la tristeza de la soledad de muchas personas en el planeta. Dicen que el cerebro captará un elemento que lleva dicha pastilla y la persona se sentirá automáticamente feliz y contenta por lo que no echará en falta a nadie en su entorno, pudiendo llevar su vida tan ricamente.
Ya han hecho pruebas y han salido positivas.
No podemos dar más datos mientras no se ponga a la venta, pero estamos ansiosos de que llegue ese momento.
Un poco más abajo en letra pequeña ponía:
  • Ha habido muchas llamadas respecto a ésta noticia en la redacción. Les comunicamos que fue nuestra inocentada del pasado 28 de diciembre. ¡Disculpen las molestias que hayamos podido causar!

MarinaDuende
04 – 10 - 2016

Remanso

Remanso
Aquel día, acercó a la anciana junto a la ventana para que le diera el sol en el rostro, mientras ella hacia las demás tareas de la casa. Ya arreglada y desayunada podía estar sola, se entretenía mirando el mar, era una vista preciosa donde se veían a veces en la lejanía barcos. Lucía dejó caer un beso en la frente de Rosalía, era un milagro tener aquel trabajo y daba gracias a Dios cada día por ello, había ocurrido en unos años en su vida tantas cosas, que ahora compartir su vida junto a esta mujer, aunque con recuerdos deshilachados por su enfermedad era un remanso de paz, pero no todo era perfecto.
Cada día recordaba lo mal que lo habían pasado ella y su marido, hacía unos años eran felices, el era empleado de banca y ella administrativa en una constructora, se amaban y soñaban con un futuro feliz, pero en poco tiempo sus vidas se vinieron abajo como un castillo de naipes.
A Antonio le despidieron en el banco con lo de la crisis y no podían hacer frente a la hipoteca del piso y más tarde fue ella la que despidieron, le quitaron el piso y luego fue uno de los coches, se vieron durmiendo en el coche que les quedó y tuvieron que deshacerse de él porque no podían ni pagar la gasolina, iban de lugar en lugar buscando trabajo pero tan solo encontraban, unas horas de camarero en algún bar, y repartiendo algún pedido en alguna floristería, llegó un momento en que vivían con la mochila y una tienda de campaña.
Resistían juntos durmiendo en la playa, siempre en lugares de costa a los que estaban acostumbrados pues las noches eran más soportables con menos frío. Con trabajos esporádicos y sin derechos poco podían hacer, sino sobrevivir, así que un amigo le propuso a Antonio que se fuese a Suiza pues necesitaba a alguien preparado como él. Lucía le animó a que se fuese, ya encontraría ella algún trabajo, el se resistía a irse y dejarla sola, pero la situación era tan mísera que al final se separaron, prometiéndose el uno al otro que volverían a estar juntos de nuevo y que todo cambiaría.
A los pocos días de irse su marido, entró en la panadería a por un bollo para un bocadillo y la propietaria le habló de un posible trabajo, era para cuidar de una anciana, querían a alguien interna y la mujer se acordó de ella ya que había trabajado en el bar de al lado en algún momento y la conocía.
Le dio una dirección cercana y que le dijese que iba de su parte, Lucía iba llena de ilusión hacia la casa, y fue acertada la recomendación de la panadera pues le propuso el hijo de la anciana un mes de prueba para cuidar de su madre. Casi tuvo que aprender a vivir bajo un techo, a dormir en una cama, a tener una ducha cuando le apetecía, alimentos frescos, se sentía una reina, pero... el hijo de Rosalía era tan amable que empezó a resultar sospechoso, casado y según él desgraciado en su matrimonio, andaba buscando algo que ella no podía darle porque amaba a su marido, le estaba resultando difícil, ya eran tres meses resistiendo tanta "amabilidad''. No sabia que hacer irse ahora era complicado, volver a la calle, no le cuajaba el sueño.
La mañana había sido tranquila, oyó el timbre de la puerta y salió pensando en quién podría ser, se quedó aturdida: ¡Antonio, Dios mio! Se fundieron en un abrazo deseado  y cálido, los dos lloraban de alegría.
Lucia - musitó él - no nos separaremos más, tengo trabajo aquí, comenzamos de nuevo.
MarinaDuende 2015
2015

Sin miedo



Sin miedo



Se quedó mirándolo desde la silla donde cosía. Tantos años juntos y no sabía qué podía pasar por su cabeza. Hablaban poco; él era parco en palabras y ella se había acostumbrado.

Lo miró cuando él, tambaleándose, se levantó de la silla para irse a dormir. Terminó la costura y, cuando fue a la cama, le vio dormido como un tronco; de pronto, con cuidado, cogió aquella almohada y se puso encima de él, apretando con todas sus fuerzas. No hubo apenas resistencia, fue mejor de lo que ella pensara. Quitó la almohada y vio sus ojos desorbitados; los cerró lentamente, colocó sus piernas rectas y sus manos las cruzó en el abdomen. Se sentó al lado, observando, ya no había prisa. Ahora no tendría que soportar su respiración, que le asqueaba, ni olerlo cerca; incluso cuando dormido la abrazaba, tenía que controlar su repulsión, no soportaba su tacto, sus manos grandes estrujando sus pechos. Humildad no había podido tener hijos, y Rufino en todo momento se lo reprochaba como una cantinela:

-¡Ésta mujer es tan inútil que no sabe cuajar en su vientre. Su cabeza está hueca, solo sirve para que le digas lo que tiene que hacer y poco más!


Humildad suspiró y sus ojos se anegaron de lágrimas; sí, muchos años de convivir con su marido, en aquella casa de campo, donde poca relación tenían con nadie; apartados de la gente, aislados de sus respectivas familias. Llevaban una vida oscura, sin alegría.

Con lo que Rufino cultivaba y los animales que cuidaban, tenían más que suficiente para su sustento. Ella, sumisa a lo que le dijese él, se mostraba siempre obediente. Al principio la golpeaba sin piedad, por nada, desahogaba su mal genio así: insultos, gritos; con el tiempo supo que la necesitaba, ¿qué haría él sin ella?

Humildad guardaba un secreto: ¡sabía leer! Esos periódicos que Rufino recogía para varios usos útiles le valían para saber qué ocurría en el exterior, en ese mundo que no había sido hecho para ella. Soñaba en no tener miedo, llevaba en su corazón un rencor que no había dejado salir fuera, pero ahora ese peso se había disipado; todo cambiaría, después de aquellos años de infelicidad, presa en su propia casa, envuelta en silencio. Le importaba poco lo que ocurriera, pero lucharía por vivir…

¡Vivir sin miedo!




MarinaDuende
18 - 10 -2016


VIVIR
¿Cuántos otoños has vivido pensando en los demás?
Mañanas al sol, veranos en el campo, regado con tu sudor.
Inviernos de frío, el cual se te metió en los huesos para siempre.
Sembrando olivos y regándolos, uno a uno.
Caminatas de kilómetros a pie, a ratos en tu mulo, única compañía durante días.
Los pies embarrados, tu cuerpo mojándose de lluvia o de calor
¿Quién te preguntó qué sentías?
¿Qué querías, que soñabas? Ni tú te paraste a pensar.
Te quedaste sin luz que te guiará, en la oscuridad para siempre
Te deleitas con los sabores, sobre todo con lo dulce, es un disfrute de los pocos que te quedan.
La conversación agiliza tu memoria, sientes más que oyes, y en tu mente cada vez se difuminan más las imágenes recordadas.
Se te olvidan los nombres, no recuerdas las palabras, pero oír música de tu época te pone alegre.
Cumples años, que cada vez es una carga para ti, sobre todo porque pierdes orientación, movilidad, memoria y eso te pone triste.
Y solo piensas en el bálsamo de tu descanso, esperas, esperas... la llamas, pero no te hace caso, pasa de ti.
Yo te digo: vendrá cuando no la llames, cuando más tranquilo estés.
Y repites: vendrá, vendrá…

MarinaDuende
11_07_2015



Un nuevo comienzo

Doris no había tenido tiempo de reaccionar desde la muerte de su madre, se hacía tantas preguntas sobre aquel hecho. Al morir no tuvo más remedio que confesarle a sus dos hijos, aquel secreto tan bien guardado. Cuando joven, su madre, había tenido una niña, fruto de un señorito del pueblo. Nadie le preguntó nada, los padres de él lo arreglaron todo para dar en adopción a la niña y por mucho que ella quiso indagar, no pudo nunca averiguar nada. Una vez se encontró con una enfermera que la asistió en el parto y le dijo que aquello lo habían hecho muy bien para que no hubiese filtraciones.
Pablo, su único hermano, llamó a un programa de televisión para ver si podían ayudar a encontrar a su hermana, esperaron noticias durante un tiempo y obtuvieron respuesta.
Aquella tarde se citaron en una cafetería en el centro de la ciudad y con clara muestra de ilusión esperaban a que apareciera por la puerta  de un momento a otro, esa persona tan desconocida para ellos. Había tanto ambiente y entraban y salían tantas personas que estaban un poco confundidos. Una mujer muy elegante se acercó hasta ellos y preguntó:
  • ¿Doris y Pablo?
Se quedaron boquiabiertos al mirarla, era guapa, muy guapa, y tenía los mismos ojos de mamá.
Pablo se levantó a saludar, Doris no podía levantarse de su asiento, porque conocía la cara de aquella mujer, ¿dónde la había visto?
  • Si, somos nosotros - contestó Pablo.
  • ¡Vaya! - dijo la recién llegada - ¿Permitís que me siente?
  • ¡Claro, por supuesto! - respondió Pablo.
Doris estaba tan aturdida que no recordaba en ese momento.
  • Me llamo Alice Adams.
  • Pero, yo la conozco a usted -dijo Doris dudando un poco.
  • Pues, tu cara también me es familiar, tengo una academia de Inglés en la ciudad hace años.
  • ¡Ah! es verdad que va mi hijo… uf, tan cerca y no sabíamos nada.
Alice sonrió y dijo:
  • Creo que tenemos mucho que contarnos... ¡vamos a empezar desde cero!


Marina Duende
26 - 10 2016

viernes, 26 de agosto de 2016

Itahisa de Toti Martínez de Lezea



Sinopsis
Julián de Zautuola emigró de su Vizcaya natal dejando atrás el caserío de su familia. Su intención era hacer fortuna en América, pero se mareó en el barco y desembarcó en el primer puerto al que arribó su nave, en la isla de Tenerife. Allí se quedó durante quince años y volvió convertido en un hombre rico. Pero también destrozado por una fallida historia de amor con una enigmática joven llamada Itahisa.
Ya en Vizcaya, Julián ordena restaurar el caserío y busca mujer. Su elegida es Inexa, la joven hija de una de las familias del pueblo. De Zautuola emigró de su Vizcaya natal dejando atrás el caserío de su familia. Su intención era hacer fortuna en América, pero se mareó en el barco y desembarcó en el primer puerto al que arribó su nave, en la isla de Tenerife. Allí se quedó durante quince años y volvió convertido en un hombre rico. Pero también destrozado por una fallida historia de amor con una enigmática joven llamada Itahisa.
Julián e Inexa se trasladan al caserío, junto a los sirvientes de éste. Inexa no sabe qué esperar de ese marido desconocido, pero ya desde la primera noche que pasan juntos se da cuenta de que sólo puede esperar una cosa: frialdad. Julián se ha casado con ella con la única finalidad de procrear un heredero y los sentimientos de la chica le importan muy poco.
Año 1800, un valle vizcaíno, el propio Bilbao y Tenerife son los escenarios de una novela de amor y secretos.
Impresiones
Antes de comentar mis impresiones propiamente dichas sobre esta novela, y dado que no todos conocéis a esta genial escritora, os quiero avisar de que esta novela no es muy representativa de su obra. No es mejor ni peor, pero sí distinta. Aunque Toti es muy prolífica y ha escrito un poco de todo, en la literatura para adultos es sobre todo conocida por sus novelas históricas. Entre ellas las hay más históricas (como por ejemplo La abadesa) y menos, pero, en general, todas tienen un importante componente histórico centrándose, sobre todo, en lo que yo llamo “la pequeña historia”, la de la gente normal, del pueblo, y no la de los reyes y personajes importantes. Creo que por eso me gusta tanto…
Pues bien, esta novela no es propiamente histórica, aunque, como a Toti le gusta tanto el pasado, no puede evitar situarla en el pasado. Así, la historia transcurre hacia 1800 aunque se retrotrae quince meses atrás.
Dado que está situada en esa época, Toti aprovecha para trasladarnos la forma de vida de la gente del pueblo por aquél entonces. La ubicación temporal, como siempre en el caso de esta autora, es muy buena, de tal manera que nos traslada perfectamente cómo era la vida de las mujeres y de los hombres en el pasado tanto en las ciudades como en los pueblos. En este caso se centra, sobre todo, en el pueblo vizcaíno donde Julián tiene un caserío y donde va a vivir con Inexa una vez casados. También hay escenas situadas en Bilbao, que ya se va perfilando como una gran ciudad, y en Tenerife, donde Julián pasó unos años, antes de volver a Vizcaya. La parte que más me ha gustado es, sin duda, la situada en el caserío, donde podemos ver a Inexa y Julián en toda su plenitud.

Toti es una gran caracterizadora de personajes. Muchos de los protagonistas de sus novelas son personajes inolvidables, que quedan en nuestra mente meses e incluso años después de haberlas leído. Casi siempre da más importancia a los personajes femeninos que a los masculinos, aunque hay excepciones (como “La flor de la árgoma” por ejemplo). En esta ocasión, tanto Inexa como Julián tienen más o menos la misma importancia –al menos desde el punto de vista de las páginas que a cada uno se le dedican- aunque, en mi opinión, el personaje de Inexa “se come” al de Julián. Aquélla resulta ser un personaje mucho más interesante que su marido, un hombre que no resulta nada atractivo. Julián es un hombre hosco, muy callado y cerrado. Recuerdo que en una reseña que leí de “La flor de la árgoma” (de Pedro, por cierto) se quejaba de que los dos hermanos protagonistas eran personajes a los que el lector no podía coger ningún tipo de cariño por su carácter tan hosco y cerrado. Así era, por supuesto, y así es también en el caso de Julián. Toti no pretende hacerlo atractivo, ni mucho menos; no obstante, es un buen personaje porque refleja a la perfección un tipo de carácter que por el País Vasco se da con bastante frecuencia. Imaginaos vivir en un caserío, en medio de un valle o de una montaña; con vuestros vecinos lejos, el pueblo a kilómetros, sin carreteras, casi sin caminos, con inviernos crudos como los de aquí… No es un paisaje ni unas circunstancias que inviten a ser abierto y dicharachero –como los escenarios más del sur, por ejemplo, propician- . El norte forja unos caracteres muy especiales, cerrados y huraños. Así sigue siendo incluso en la actualidad en algunas zonas; anda que no hay diferencia entre los habitantes de las ciudades y las de los pueblos del interior… Julián, por tanto, no resulta de primeras un personaje atractivo. Su comportamiento hacia Inexa no contribuye, precisamente, a cogerle cariño. Con ella se comporta con un auténtico capullo. Se casa con ella por puro interés, para engendrar un hijo que herede su fortuna. Y la trata peor que mal. No es que la maltrate, pero la ignora y la usa a su conveniencia. Además, al principio no nos muestra nada de su interior. Pero, en sus recuerdos de quince años atrás, vamos a ir descubriendo a un Julián joven, muy diferente; a un Julián enamorado que sufrió mucho por su amor hacia Itahisa. Es por ese amor por lo que ahora es como es y, al final, quieras que no, acabamos entendiéndola un poco y reconciliándonos con él.
Si Julián no es simpático, con Inexa pasa todo lo contrario. Se casa –o, mejor dicho, la casan- muy joven, con un hombre mucho mayor que ella al que no conoce. Sin embargo, ella es una mujer que se adapta bien y su intención es hacer de su matrimonio un éxito y formar una familia. Pero el carácter de Julián se lo impide e Inexa va a sufrir mucho. Hasta que decide ponerse el mundo por montera –dentro de las circunstancias de la época, no os vayáis a pensar- y se convierte en la dueña de su casa, donde hace y deshace como ella quiere. Me ha gustado mucho su evolución y su fortaleza de carácter.
Por otro lado, aunque no aparezca en la realidad sino en la mente de Julián, tenemos a la Itahisa que da título a la novela. El gran amor de Julián era una joven tinerfeña, de origen guanche. Su madre murió acusada de brujería y ella también es una mujer muy especial, muy ligada a la naturaleza. El amor de Julián e Itahisa es enorme pero trágico pues el padre de ella, el hombre más poderoso de La Orotava se opone frontalmente a él y va a hacer todo lo posible e imposible por separar a los amantes. La rivalidad entre Julián y su suegro traspasa los años y los lugares.
Todos los personajes, como suele ser habitual en las novelas de Toti, están muy bien desarrollados –dentro de que es una novela no demasiado larga-, con caracteres bien perfilados, inconfundibles.
El estilo narrativo de Toti es el que ya conocemos los fans de su narrativa. Toti aúna el buen escribir con el relato de historias interesantes. Su prosa es sencilla, precisa y elegante. Todas sus novelas están muy bien escritas y es un gusto leerlas. Pero, además, un placer porque son novelas que se leen solas, resultando siempre muy entretenidas. Una prosa fluida que hace que las páginas pasen solas, sin ningún esfuerzo por parte del lector.
En este caso, como he dicho al principio, lo que nos ofrece Toti no es una novela histórica sino una novela que podríamos definir como romántica (aunque me da miedo calificarla así pues muchas veces se asocia el romanticismo con lo rosa y nada más lejos de la realidad). “Itahisa” cuenta una historia de amor, una historia trágica y muy bonita. Pero también nos habla de matrimonios por interés, de traiciones, de odios y enemistades, de aventuras, de la vida en los caseríos vascos... Es una novela que tiene un poco de todo y que he leído muy a gusto.
Como siempre, y aunque en esta ocasión haya cambiado un poco de registro, Toti no me ha decepcionado
Conclusión final

Aunque muchas de sus novelas históricas contienen una historia de amor, en este caso Toti se centra más en la historia de amor en sí, dejando de lado el punto histórico. Su último libro, un conjunto de relatos de corte histórico, le había supuesto un gran esfuerzo de documentación y quería algo un poco más relajado. Además, dado el éxito que tienen últimamente las novelas de amor erótico (crítica velada a las famosas cincuenta sombras), ella quería hacer una buena novela de amor, bien escrita y desarrollada. Sin duda, lo ha conseguido. O os lo recomiendo porque merece la pena. 

viernes, 5 de agosto de 2016

El enigma de las seis copas
De Manuel Sánchez Sevilla.

Sinopsis
Córdoba, 1152. Al Gafequi, un renombrado médico oculista de la ciudad, ha tomado como aprendiz a Abdallah, hijo de un antiguo soldado. Su vida transcurre plácidamente entre sus pacientes y amigos eruditos, con quienes gusta reunirse para conversar y resolver acertijos.
Un día recibe una nota con una extraña advertencia sobre la muerte de un alto dignatario. Cuando decide ir a palacio para informar de ello a un antiguo amigo, éste lo conduce ante el imán, quien les muestra el cuerpo sin vida del gran visir y gobernante, Abu Salem. El cuerpo no presenta señales de violencia, pero junto a él se encuentra una de las copas de oro de Abderramán III. De ellas se cuenta que están malditas, ya que se hicieron con el oro de reliquias sagradas cristianas...
Al Gafequi, intrigado por el asunto, emprenderá una investigación siguiendo múltiples y peligrosas pistas. ¿Habrá sido el visir víctima de la maldición de Abderramán III? ¿Lo habrá castigado Alá por su escaso apego a las tradiciones musulmanas más estrictas? ¿O se trata de un terrible juego de poder con infinitos sospechosos...?
Córdoba, año 1152 d.C. Abdallah, el joven ayudante del médico Al-Gafequi, es abordado por un extraño que con unas ordenes muy estrictas aconseja entregar un escrito, lacrado con un símbolo extraño, no antes del día siguiente. Tras una noche de incertidumbre y pesadillas acude sin aliento a casa de su maestro, que al verle llegar tan temprano no duda en que las noticias que le trae no son nada buenas.
La carta que le entrega les avisa de que alguien va a aparecer muerto y deciden ir hasta palacio para prevenir al visir; pero este se encuentra en su dormitorio con claros signos de envenenamiento y una copa de oro con incrustaciones de piedras preciosas junto a su lecho. Muchos son los sospechosos, pocos los que tenían acceso a sus habitaciones y demasiados los intereses de unos y de otros por hacerse con el control del Califato de Córdoba.

Al-Gafequi, no dejándose engañar por los que propagan una intervención divina de Alá, inicia una investigación con la que conoceremos a los protagonistas de esta novela y de las múltiples conspiraciones que rodean a las muertes que se van sucediendo. Las misivas con información continúan llegando puntualmente antes de cada asesinato y en cada uno de ellos siguen apareciendo una a una las copas de Abderramán III.
Paralela a esta historia, conoceremos a Tarik, un mendigo borracho y harapiento que sobrevivió a su propia muerte el día en que fue despojado de todas sus posesiones. Él, que había jugado desde el poder en su propio beneficio, se ve arrastrando su miseria en busca de un golpe de suerte que le cambie la vida.
Como trasfondo histórico, la persecución de los cristianos a manos de los almorávides, que si bien en un principio toleraba otras religiones, es con la llegada del emir Ben Yusuf cuando encuentran junto a los judíos una oposición que les hace huir o ser ajusticiados.

Es un libro que te mantiene pendiente del desarrollo y desenlace, muchos personajes, salpicado de historia y costumbres de la época y muy bien ambientado, se lee bastante bien el autor es un buen “contador de historias”.

Una completísima novela con dos géneros que se disputan el protagonismo y con la que estoy segura que vais a disfrutar.