jueves, 23 de julio de 2015



Garabato y el bebé

Se apresuró, pues iba con retraso. Su madre le esperaba para la cena, sin embargo las risas de un bebé le llamaron la atención. Se asomó a la ventana,  miró en el interior, y sí,  dentro de una cuna charlaba a solas un crío en un idioma ininteligible.

Era una monada, no se veía a nadie. El bebé se quedó mirándole con los ojos muy abiertos, y de pronto le sonrió, Garabato se sintió feliz. Le tocó,  aunque recordó las palabras de su madre: cuidado con los bebés de los humanos, son más grandes que nosotros e inconscientemente nos pueden meter en un aprieto. Cierto, pero que guapo era este,  ¿o era esta?

¡Ah!, tenía unos adornos en las orejas  ¿Qué quería decir aquello, era un simple adorno?

Oyó ruidos y una voz dulce que se acercaba, bajó rápido y salió lo más raudo posible por la ventana y se hizo invisible hasta llegar a su casa. El corazón le bombeaba deprisa.

Su madre lo esperaba impaciente y con los brazos en jarras.

–Llego tarde, lo siento madre.

–Bueno, al menos no te has metido en líos. Cualquier día te cazaran esos humanos, y te exhibirán por ahí en una jaula como a un mono de feria...

– No te preocupes madre, tendré cuidado. Tengo hambre...

Marino Duende

Lema: (Llego tarde) julio 2015