sábado, 26 de julio de 2014



UN ESCONDITE

Teníamos un escondite en un árbol, donde nos íbamos a jugar, eramos niños y los veranos nos refugiabamos allí. Nos bañábamos y tendíamos en la hierba, en un lugar conocido por nosotros dos.
- ¡Ángel! ¿Qué te gusta de mi?
Yo me quedé un poco pillado, pensando que eran tantas cosas que me gustaban de ella, pero...
- Bueno...
- ¡Vámos, no seas tímido...!
Pataleé en el agua, suspiré y me lancé poco a poco a ver sin conseguía decirle cuánto me gustaba.
- Me gustan tus ojos, son tan verdes, me veo en ellos mejor que en el espejo.
- Me gusta tu pelo, dorado al sol.
- Tu manera de andar... te conozco desde lejos.
- Tu cara redonda y esa expresión de enfado que a veces pones...
-También tu cuerpo es precioso, tu piel suave, cuando nos bañamos y salimos a la hierba a secarnos.
- Tus pies... tan bien formados, cuando te pones de puntillas a andar, y cuando me das un beso antes de irte 
   y te elevas un poco sobre ellos.
- Tus manos, cuando las veo en movimiento, parecen mariposas que vuelan.
- ¡Me encanta tu sonrisa, tan sonora y contagiosa!
-  Tu ceño cuando te pones triste porque te vas a la ciudad y sabes que tardaremos en vernos. Me gusta      porque sé que sientes la separación tanto cómo yo.
- Y tu voz... cuándo subimos al árbol y me lees o me cuentas algo, tu voz es toda melodía, como si me  cantaras dulcemente para mi.
En un impulso Rosa besó en la mejilla a su amigo y éste también le correspondió.
- ¿Seremos amigos siempre, ¿verdad?
Rosa se le quedó mirando, y observó cómo lo había dicho.
- ¡Por supuesto, siempre seremos amigos y de los mejores!

DuendeMarino
21 - 07 - 2014

EL JARDINERO

Ella escribía en un papel:
¡Te quiero! ¡Gracias a ti, he sobrevivido a aquel accidente de coche de hace seis años, aunque quedé en un sillón de ruedas, tengo que agradecerte poder moverme hoy y andar aunque sea con bastón.
-          Tu constancia.
-          Tus cuidados, sin enfadarte nunca, cuando yo me irritaba y decía que no podía.
-          La capacidad de arreglar cualquier artilugio para que yo pudiera hacer cosas más fácilmente.
-          Tú lógica para darme razones sobre mi vida, que querías verme contigo a que me hubiese ido para siempre.
-          Tú forma de darme ánimo, de leerme cuando a mí no se me entendía aun lo que hablaba y decías: - ¡Lo conseguirás, mientras tanto intenta escribir lo que sientes! Eran garabatos porque tampoco tenía fuerza en mis manos, pero lo decías tan de verdad, que yo me lo creía todo.
-          Tu fuerza para sobrellevar durante seis años ya, ésta contrariedad pues todo nos cambió, pero tú les decías a tus hijas… no os preocupéis,  yo la atenderé.
-          Tu amor, tus besos diarios, lavándome, peinándome, pintándome mis uñas…diciéndome guapa cada día. Haciendo las cosas con agrado sin quejas, no sé cómo has tenido tanta paciencia, mi amor. Hoy puedo moverme y hacer algunas cosas por mi cuenta, no todas pero a principio hasta me dabas de comer, así que para mí pasito a paso he ido con tu ánimos recobrando bastante, pues no esperaba nada.
¡Gracias Enrique! ¡Te quiero!
Se acercaba su marido haciendo una pausa en su labor en el jardín, llegó hasta el porche, se quitó el sombrero y lo dejó caer en un sillón de mimbre vacío. Se acercó, la besó apretándola contra su cuerpo, y vio el papel y dijo:
-          ¡Cariño cada vez escribes mejor que yo! Iré a por un té y mientras leemos lo que has escrito. Ya mismito vengo.
Ella le siguió con la mirada, para ella era el mejor hombre del mundo y el amor de su vida.

DuendeMarino 21_07_2014
Foto - Pintura de Alex Alemany





domingo, 20 de julio de 2014

EN LA OFICINA (Mi otro yo)

Después de unos días de vacaciones por ajustes laborales, Camila desayunaba con su compañera y amiga Doris; la cual no paraba de hablar del nuevo jefe: “que si estaba de pan y moja”, “tiene planta de actor importante”, “una melenita que no veas cómo le cae”, “los trajes le quedaban impecables”… bla, bla, bla…
Camila miró el reloj, tocaba marcharse y le gustaba llegar con antelación, sin prisas.
Doris seguía hablando durante el camino del mismo tema…
-         - Claro cómo tú estás enamorada de Carlos, tu marido, te da igual… pero hija que una no es de piedra, viendo al jefe y cuando llego a casa y veo lo que tengo… en fin, eso es lo que hay…
Nada más llegar, le dijeron que se pasara por el despacho del jefe.
-       -   ¡Vaya! – pensó- para ser joven, muy madrugador, me gusta.
Se revisó en el espejo del ascensor, su traje gris y su blusa de encaje rosa eran de estreno, su pelo recogido, estaba bien. Ya le había dicho su marido esa mañana:
-        -  Pero qué bombón tengo de mujer… y la había besado apasionadamente.
Llamó a la puerta y enseguida la abrió, tras pedir permiso entró.
El nuevo jefe salió tras su mesa a estrechar su mano e invitarla a sentarse.
Le llegó su aroma, tal vez Calvin Klein, su traje, su melena, si… se adivinaba un cuerpo, llevaba razón Doris, el anterior jefe era mayor y paternal, aquel le iba a dar un nuevo aire a la empresa.
Se sorprendió cuando le propuso tenerla cómo secretaria personal, en un despacho adjunto al suyo, decía que por recomendación del anterior jefe. Ella le pareció bien y salió encantada.
Al llegar a su planta, sus compañeras expectantes, sobre todo Doris:
-         - ¿Qué quería el “señor”?
-         - A partir de ahora, soy su secretaria personal.
La compañera abrió la boca y la miró de arriba abajo:
-         - Esto se llama “tener suerte”, qué envidia hija… para qué te voy a decir otra cosa. ¡Te felicito!
Cuando llegó a casa preparó una cena especial, con velas. Espero a Carlos con todo preparado y sexy.
Él se dejó llevar sorprendido.
-       -   ¿Qué celebramos?
-        -  Mi ascenso, soy secretaria personal del nuevo jefe en la empresa.
-      -    ¡Cariño, eso está muy bien, te lo mereces! ¡Enhorabuena!

Brindaron con sus copas y se besaron. Ella con hambre, él halagado se dejó llevar. Camila empezó a desnudarle y él la siguió, palpando sus pechos y notando sus pezones erectos, su desnudez fue rápida y se encontraron en poco tiempo, comiéndose uno al otro.

-        -  ¡Cielo, no conozco éste “otro yo tuyo”, pero me excita tanto que me encanta… ¡ummm… estás provocativa, esa ropa…  ¡
Sí – pensaba Camila- desperté de mi letargo, mi otro yo está aquí y tendré que guiarme por él y hacerle caso, si me quiero controlar ante mi nuevo jefe, ante aquel pedazo de cuerpo tan atractivo y sensual. Tendré que repetir más esto cómo tú querías… no sé porqué me he excitado tanto...
Aquella noche fue apoteósica, porque la cena tuvo que esperar un poco más de la cuenta…
DuendeMarino 14_07_2014
Foto de internet.