lunes, 11 de noviembre de 2013

Debo ser fuerte....


Debo ser fuerte sin ser ruda
ser amable sin ser débil
aprender con orgullo sin arrogancia,
aprender a ser gentil, sin ser suave.

Ser humilde sin ser tímida,
ser valiosa sin ser agresiva
ser agradecida sin ser servil.
Meditar sin ser floja.

Por eso, Señor, te pido:
Dame grandeza para entender
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y abundancia para hallar.

Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar....

Duende


Duende

Un día de Octubre vine al mundo en Jaén, mi tierra a la que adoro.

Me gusta la vida, la música, cantar, los libros y las personas sencillas, sinceras y transparentes dispuestas a compartir... lo que toque, según las situaciones.

Los libros me han enseñado mucho y al igual que la música me hacen disfrutar y las reuniones cuya causa sean  las aficiones en común con gente estupenda, me hace muy feliz.


MarinaDuende

miércoles, 30 de octubre de 2013

Tía Adela

Alejandra repasaba cosas viejas y pasadas de moda, en la vieja casona, aunque había objetos y muebles que estaban en buenas condiciones y eran bonitos, tendría que clasificar algunas cosas para dar; cómo ropa, objetos, libros, muebles… no sabía por dónde empezar… su madre no se encontraba bien y le había dicho que fuese ella a mirar qué podían hacer con todo aquello.
En realidad conoció poco a aquella tía abuela, siempre hablaban de ella cómo una persona entrañable y buena con todo el mundo, aun así no se casó. Sí que cuentan que había tenido un novio, hacía tanto tiempo ya de aquello y ella no había prestado demasiada atención a esas cosas que hablaban.
Había subido al dormitorio de Adela, era antiguo aunque bastante hermoso y bien cuidado, abrió la ventana y entraba la luz a raudales… qué día más hermoso. Miró en el armario con tres lunas de espejo y abrió las puertas, vestidos y trajes bastante buenos y casi listos para lucir en cualquier fiesta de época o disfraces… había bolsitas de tela primorosas repartidas por los rincones, sí olía bien, a lavanda, no a naftalina cómo se acostumbra, le gustó aquel detalle.
Cajones ordenados con ropa interior, para usar en cualquier momento. Juegos de sábanas con detalles bordados preciosos, camisones.
Todo impecable pensó que Adela era muy cuidadosa y mimaba mucho todas sus cosas.
En un rincón vio una caja de madera preciosa y llamó su atención, estaba  medio escondida, se agachó y la cogió, la tapa estaba decorada con flores y tenía un broche dorado. La abrió y había cartas atadas con un lazo verde.
Buscó dónde sentarse con la mirada, junto a la ventana había un asiento adosado con cojines, era un sitio estupendo a la luz del día.
Las cartas estaban tan bien cuidadas, a pesar del papel amarillento y la tinta descolorida de las letras.Si las quería leer tenía trabajo. El remite era de un tal Guillermo, con dirección militar, aunque estaba tan ansiosa, que sacó la carta del sobre y empezó a leer a fragmentos:
Querida Adela:
Espero que te encuentres perfectamente de salud.
Yo estoy bien dentro de lo que cabe.

¡¡Cuánto echo de menos tu rostro, tu olor, encanto, risa cantarina… toda tú. Aquí con tanto frío, mi aliento pensando en ti, funde el hielo. Qué ganas de verte y abrazarte, ya sabes en nuestro sitio secreto. Amor mío, te deseo tanto…!!

Alejandra, se interrumpió… y pensó que aquello prometía bastante y sonrió pensando en cuánto iba a disfrutar con aquellas cartas…

DuendeMarino


El niño de la playa…
Aquel día me embelesaba el sonido de las olas, cerré los ojos y aspiré profundamente el perfume de la brisa del mar, sentado cómodamente en la arena.
Algunas gaviotas surcaban el cielo.
La tarde había ido cayendo y el cielo estallaba en colorido. La gente se había ido poco a poco y yo me quedé cómo deseaba, solo… al menos eso pensaba.
Había un niño en la orilla de la playa, chapoteando alegremente con sus pies, me miró y sonrió, busqué con la mirada y no había nadie más alrededor. Se acercó y me dijo:
-          ¿Está solo… no tiene niños!
Ante sus dos preguntas, le contesté:
-          Si, estoy solo, no tengo niños.
-          Pues, los niños son un encanto, al menos eso me dicen a mí continuamente.
Se agachó un poco, supongo que para verme mejor, pues yo llevaba un sombrero puesto.
-          Te he visto algún día por aquí, también solo… leyendo.
Vaya, pensé... creía haber pasado desapercibido.
-          Es posible, leyendo... leyendo, si…
Se sentó un poco más debajo de dónde yo estaba, cogió un piedrecita de la arena y la lanzó con gran brío al agua, llegó lejos. Observé que iba descalzo, era rubio con el pelo rizado, sus ojos claros con destellos azul y verde... la edad, no sabía precisar 12 años… quizá. El bañador blanco que llevaba, acentuaba su bronceado moreno dorado.
-          A mí me gusta mucho leer, mi abuela lo hacía desde pequeño, me contaba historias fantásticas, debe ser por eso que me gusta tanto las aventuras, fantasía, ficción…me divierto más incluso que con algunos chicos... es un mundo mágico. ¿no cree?
-          Pues, si… es cada vez más extraño que los jóvenes lean, con tanta tecnología y juegos tan modernos, se lee menos, creo…
Él me miró sonriendo un poco triste…
-          Bueno internet suele entretener bastante, y los adultos andan tan atareados en sus cosas que tiene poco tiempo para dedicar a los niños… yo vivo con mi abuela, a mis padres los veo poco.
-          Tienen que trabajar para dar una vida lo más cómoda posible a sus hijos, el bienestar de hoy día… cuesta…
-          Sí, si… demasiado, creo que se pierden muchas cosas hoy día… en fin, me voy… he venido hace un rato a darme un chapuzón y no quiero preocupar a mi abuela… ¡¡adiós, igual nos vemos otro día!
-          ¡Es posible, adiós!

Le vi marchar y pararse un poco más arriba, a recoger la toalla y el calzado. Se alejó y me dí cuenta que no nos habíamos presentado ni dicho nuestro nombre. Era encantador.


DuendeMarino

viernes, 19 de abril de 2013

El campesino de Amalia Peña Ansino Foto Internet


EL CAMPESINO



ME LEVANTO TEMPRANITO
ME GUSTA LA MADRUGADA,
ME VOY A DAR UN PASEO
RECIÉN SALÍA DE LA CAMA.
HOY ME ENCUENTRO A UN CAMPESINO
LLEVANDO AL HOMBRO LA AZADA
Y LE PREGUNTO, ¿DÓNDE VAS,
TAN DE MAÑANA.
VOY A LA HUERTA A COGER
EL PEPINO Y LA ENSALADA,
PARA TRAERLE A MIS NIÑOS
QUE NO LES FALTE DE NADA.
ELLOS VAN PARA EL COLEGIO,
EN CASA QUEDA MI DAMA
ESTÁ CUIDANDO A MI MADRE
QUE ESTÁ MALITA EN LA CAMA.
CUANDO COJA LOS HORTALES
VOLVERÉ PARA MI CASA,
TENGO QUE IR AL TRABAJO
A LAS NUEVE LA MAÑANA.
CUANDO VUELVO DEL PASEO
VENGO UN POQUITO CANSADA
PUES YA TENGO MUCHOS AÑOS,
POR ESO ESTOY JUBILADA.
ME SIENTO, PIENSO EN EL HOMBRE
QUE ME ENCONTRÉ ESTA MAÑANA
Y DIGO:¡PERO SEÑOR,
SI ESA ES MI VIDA PASADA!
SI MI MARIDO SE IBA
A LAS SEIS DE LA MAÑANA,
LOS TRES NIÑOS AL COLEGIO,
Y DE MI MADRE CUIDABA!
SIEMPRE FUIMOS CAMPRESINOS
LEVANTÁNDONOS AL ALBA,
POBRES, PERO MUY HONRADOS,
Y GENTE MUY SOLIDARIA.
PERO ESTÁ “RECOMPENSAO”
TODO AQUEL QUE ES CAMPESINO,
PUES CUANDO LLEGA A LA HUERTA
SE COME EL MEJOR PEPINO.
EL TOMATE, EL MÁS FRESQUITO,
LA CEBOLLETA MÁS TIERNA
Y NO DIGAMOS LOS HIGOS
QUE SE SALEN DE LA CESTA.
UNA LECHUGUITA FRESCA,
TOMATE RECIÉN COGIDO,
UN POTAJE DE HABICHUELAS
CON SU VASITO DE VINO.
ES LA MEJOR MEDICINA,
ES LO MEJOR QUE HA EXISTIDO,
SI TE LO COMES CON GUSTO
RODEADO DE TUS HIJOS.
ESTA ES LA SATISFACCIÓN
QUE SIEMPRE NOS HA QUEDADO,
POR DESGRACIA EL CAMPESINO
NUNCA ESTUVO BIEN MIRADO.


El espejo me refleja Autor: Gabriel Celaya







Foto de Internet






El espejo me refleja

El espejo me refleja, me vuelve hacia mí mismo.                            
Lentamente me hundo en mis pálidos abismos.                               
Me veo reflejado, ya, desde muy lejos,                                    
Perdido en esa blanca catedral del silencio                                
Donde la luna es la virgen desnuda y muerta que yo adoro.                  
La noche tiende sus trampas invisibles:                                    
El que se asoma a un espejo está cogido,                                  
Le sorprenden los misterios imprevistos,                                  
Se pierde en un laberinto de cristales y espejos giratorios.              
En el fondo del silencio la muerte es un río lento;                        
Yo lo miro pasar de la luna al azogue;                                    
Mientras alguien apoya sus dedos helados sobre las yemas de mis dedos      
No sé qué me mueve a sonreír tristemente.                                  
Alguien me lleva de la mano por el borde de los precipicios;              
Un amor, un delirio, el vértigo me llama;                                  
El espanto es el más dulce de los escalofríos                              
Cuando crece súbitamente como un árbol en el fondo de la carne.            
Me miro fijamente en el espejo:                                            
La noche me ha cogido en sus trampas sutiles.                              
Me siento cada vez más hondo:                                              
La muerte se inclina sobre mí para besarme.                                
Me dan miedo esos ojos, mis dos ojos sin nubes                            
Que desde el espejo me miran implacables                                  
Mientras baten espadas de luz                                              
En sus aguas heladas y azules


Gabriel Celaya





Y el corazón escucha…
(José María Zandueta)



Poco a poco me estoy enamorando
Como un milagro más que yo entiendo
Poco a poco, sin ruidos, sin estruendo
La palabra de Dios me va calando.

Su palabra y su Amor, los dos sumando
Ambos a dos, van lentamente siendo
Como la gota de agua que, cayendo
Los peñascos más duros va horadando.

Y así se filtra y me penetra dentro
La voz de Dios, con lentitud divina
Como amoroso y paternal recado.

El alma enajenada va a su encuentro,
Su palabra es celeste medicina
Y el corazón escucha enamorado.

Uno crece....



Imposible atravesar la vida, sin que un trabajo salga mal hecho, sin que una amistad cause decepción, sin padecer algún quebranto de salud, sin que un amor nos abandone, sin que nadie de la familia fallezca, sin equivocarse en algún negocio.

Ese es el costo de la vida...


Sin embargo lo importante, no es lo que suceda, sino cómo se reacciona, si te pones a coleccionar heridas eternamente sangrantes, vivirás cómo un pájaro herido, incapaz de volver a volar.


Uno crece... cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de fe.

Uno crece... cuando acepta la realidad y tiene aplomo de vivirla.

Cuando acepta su destino, pero tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo. Uno crece... asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir.


Crece... cuando supera, se valora y sabe dar frutos. Uno crece... cuando abre camino dejando huellas, asimila experiencias y... siembra raíces.


Uno crece... cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios. Cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes, cuando cumple con su labor.


Uno crece... cuando se es fuerte por carácter sostenido, por formación, sensible por temperamento y... humano por nacimiento.


Uno crece... cuando se enfrenta al invierno, perdiendo las hojas, recoge flores aunque tengan espinas y marca camino, aunque se levante el polvo.


Uno crece... cuando es capaz de afianzarse con residuos de ilusiones, capaz de perfumarse con residuos de flores... ¡¡y de encenderse con residuos de amor!!


Uno crece... ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe.

Uno crece... cuando se planta para no retroceder, cuando se defiende cómo águila para no dejar de volar, cuando se clava cómo ancla y se ilumina cómo estrella... entonces, entonces... es cuando uno crece.